El tiempo se me escapa entre los dedos, mientras deshojo una margarita. El sol brilla intensamente y la leve brisa me trae el olor a jazmín de un jardín cercano, mientras estoy tumbada en la hierba con un ojo medio guiñado, absorta en mis pensamientos. Observo una sombra que tapa el sol y con una tenue voz me susurra: "Ven".
Una voz que ya antes había escuchado, que no podría pasar desapercibida, una voz con la que imagino una sonrisa y esos ojos azules que tanto me gustan...
Por esos ojos yo, iría al fin del mundo, por esa voz lo dejaría todo atrás porque me susurrara otra vez un: "Te quiero" y dibujara durante unos segundos la más grande de las sonrisas.
Por esos ojos azules me quedaría contando estrellas fugaces toda una noche hasta que mis ojos estuvieran agotados.
Y me levanto; le doy la mano y lo sigo hasta el fin del mundo, como tantas otras veces he hecho, y solo me sale de entre los labios: "Quiero estar junto a tí", esa frase que un día me escribió oculta en un folio al final de un regalo, sonríes y hay una breve pausa, me miras, te miro y echamos a reir como tontos, como de costumbre.
Te acaricio la cara y siento ese cosquilleo estupido en el estómago.
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